Los años pasan y te sientes atrapado por una hipoteca infravalorada, de la que no te puedes deshacer. Y claro, ya no tienes veinticinco y necesitas conectar con esa casa que igual ahora no elegirías.
Pues es posible adaptarse, se puede crear un diseño interior para cada etapa, no se trata de gastar por gastar, si no de encontrarse más que cómodo en el sitio donde se vive. Las estancias pueden reinventarse.
Llegas a un punto en el que ya tienes claro lo que no quieres y dudas en lo que te puede ir mejor. Te preocupa “equivocarte” otra vez.
Lo mejor es que todos tenemos un estilo propio, a veces sólo se trata de encontrarlo.
Y cuando hablo de estilos, me podría referir a movimientos estéticos:
- Minimalismo
- Rococó
- Ecléctico
- …
Pero es mucho más.
Ahora le das más importancia a la luz natural y tus ventanas no son precisamente lo mejor. Entonces es cuando entra la iluminación artificial, con la que pueden crearse espacios casi perfectos, aprendiendo el tipo necesario para cada uso.
Y las estancias se pueden transformar, las paredes que no sean esenciales se pueden modificar.
También debemos encontrar nuestros colores. Si sabes que la temperatura del color puede afectar a tu estado de ánimo y a tú carácter ya tienes un buen punto de partida para decidirte. ¿Eres nervioso o más bien calmado? Es como quien prefiere el yoga a una clase super aeróbica.
Y de aquellos elementos que compongan su interior. En muchos casos, la clave es restaurar lo que ya se tiene, igual que nuestro corte de pelo ya no es el mismo que años ha, los muebles se quedaron atrapados en el dos mil.