Estás convencido de su precio, pero no contabas con que el tasador fuera a pensar distinto a ti.
Claro, para ti ese hogar tiene mucho valor, pero con los años la pintura ya no se mantiene igual y ahora que has despoblado todo su interior, se ven roces en las paredes, lugares más sucios o con más oscuridad. Para las viviendas sin muebles, todo parece distinto.
¿Al final no reparaste el pomo de aquella puerta?
Uy ahora también se aprecia más.
¿verdad?
Tú también te has dado cuenta, pero no quieres molestarte más.
¿Te parece más pequeño?
Pues mira, es tu casa y la conoces, pero sin muebles ya no es la misma ¿Cierto?
Imagina los que vengan a verla, no tienen ningún tipo de referencia ni recuerdo. ¿Cómo la van a estimar?
Bueno, seguro que valorarán la ubicación, la comunidad, la altura y su distribución.
Pasan los días, las semanas, los meses, … Y en muchas de las visitas sucede lo mismo, no lo ven claro, es más, comentan los desperfectos, más que sus cualidades.
Empiezas a estar desesperado, por suerte, tu trabajo te permite seguir pagando dos aguas, dos luces, dos comunidades, dos contribuciones…dos de todo.
Pero la verdad es que no contabas con ello durante tanto tiempo.
Incluso, el dinero del piso lo querías destinar a aquello que se está empezando a retrasar por la venta que no llega.
Tu ilusión se está perdiendo y tu impaciencia crece.